Comencé a escribir Literatura Fantástica en las puertas de mi adolescencia, en un tiempo en el que no era muy común comenzar a escribir sobre estas cosas a tan temprana edad. Hoy a pocos le causará sorpresa escuchar de un niño que a los ocho años dibujó el primer mapa de su mundo inventado, por ejemplo. En verdad, es muy difícil que alguien se muestre verdaderamente pasmado si se entera que, cinco años después, ese mismo niño firmó contrato con una editorial y sacó adelante el primer volumen de una voluminosa saga de aventuras. Sin embargo, hace diez o quince años, encaminarse tan pronto hacia la creación de una obra de literatura fantástica era una decisión que no tardaba convertirse en aventura solitaria. Hace poco más de una década, J.K Rowling todavía escribía Harry Potter y C. Paolini aún pulía los borradores de sus libros. No estábamos tan acostumbrados a los personajes de orejas largas o dientes afilados como lo estamos hoy. En la actualidad, la Literatura Fantástica se ha vuelto algo más que una moda o un capricho de niños con imaginación hiperactiva. Es un tema de encuentro, un lenguaje común y algo que nos vuelve a todos viejos conocidos.
Creo que lo que más me gusta de la Literatura Fantástica es la oportunidad que te da para leer sobre mundo de todos los días desde una perspectiva diferente. Hay muchas personas (la mayoría de ellas desinformadas y con muchos prejuicios) que te miran en menos cuando les dices que gusta, por ejemplo, El Señor de los Anillos. Te acusan de escapista, de poco compromiso con el mundo, de inmaduro, romántico empedernido, reduccionista o qué se yo. Un argumento bastante frecuente de estos señores es que si la Fantasía se basa en mundos ajenos al nuestro no vale la pena explorarla. Yo creo que esta afirmación demuestra una ceguera y estrechez mental espantosas. ¿Qué piensan ustedes?
En cuanto a escribir fantasía sólo puedo decir maravillas. Todavía soy un escritor novato (voy a publicar mi primer libro en marzo del próximo año), pero la década que he pasado sumergido en este mundo ha estado llena de buenos y gratos momentos. Quizás mi aspecto favorito es el lenguaje. Para escribir sobre otros mundos tienes que ocupar un lenguaje que transmita a tus lectores lo que está más allá de sus sentidos inmediatos. Tienes que ser como un herbolario medieval, certero, preciso y mesurado con las palabras que usas, pero tampoco debes perder el sentido del artista. Cada palabra (a veces un tanto rara, o fuera de uso) tiene que ser como una pincelada fina. Escribir fantasía es como urdir un encantamiento. La mejor parte es cuando cierras los ojos y tienes frente a ti lo que escribiste en el papel o en el computador: aquel instante mágico en el que hablas sobre rosas o nísperos y casi puedes oler la flor o sentir que estás a pasos de comerte el fruto.
Hoy hay mucho que escribir y mucho que leer. Como ya les comentaba, no nos faltan las oportunidades para encontrar un buen libro. Sin embargo, tampoco puede dejarse de lado que a veces hay que hacer trabajo de arqueólogo para encontrar una historia que sea realmente buena. Lamentablemente, hay muchos libros que simplemente se basan en copias de otros argumentos. Uno de las excepciones, me han dicho, es El Nombre del Viento. Si me entusiasma, podría estar compartiendo mis impresiones con ustedes en el próximo artículo.
Por lo pronto, me gustaría saber cuál ha sido la experiencia de ustedes como lectores. ¿Qué es lo que más les gusta de la fantasía? ¿Cuál ha sido su libro favorito hasta ahora y por qué?
No tengan miedo o vergüenza por contarnos sus opiniones. Después de todo, estamos entre amigos.
Emilio Araya Burgos, escritor.
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Medianoche es la primera entrega de una serie de cuatro libros —Evernight, Stargazer, Hourglass y Afterlife— que relata la historia de Bianca Olivier, una chica al parecer, normal, de dieciséis años que entra a estudiar a la Academia Medianoche porque sus padres comienzan a impartir clases como profesores y por algo más que no sabe hasta la mitad del libro. El lugar es un internado construido en el siglo XXI, con una estructura tétrica, motivo por el cual está bastante alejado de la civilización.
Bianca detesta la Academia desde el primer momento, e intenta huir antes de que comience primer día de clases. En medio del escape fallido, Bianca conoce a Lucas Ross, un chico que a primera vista la llena de miedo. Charlan, se conocen y así ella se entera de que serán compañeros y que ambos son nuevos, algo que la hace sentir menos sola.
La lectura es simple y rápida, y la historia se hace bastante predecible, o al menos eso quiere que pensemos Claudia Gray —la autora—. Ambos chicos se enamoran, salen, discuten, se reconcilian y hasta ese momento el libro no parece tan interesante ni diferente a los tantos otros que hay sobre adolescentes enamorados. Si, puede que haya detalles que no calzan del todo bien, pero no parecen ser lo bastante importantes como para prestarles real atención. Todo es casi normal si excluimos el hecho de que la mejor amiga de Bianca sea un poco paranoica, tenga pesadillas, crea en lo paranormal, vampiros, fantasmas y cosas por el estilo. Y también si sacamos el hecho de que Lucas tenga bastantes roces con los demás alumnos de Medianoche.
Al llegar el Baile de Invierno, un giro inesperado ocurre en la historia. Todo parece ir bien; Bianca y Lucas se ponen cariñosos, de piel y comienzan a besarse. Típica historia adolescente. Quizás hasta ahí el libro no tenga nada de interesante, pero todo cambia cuando Bianca hace algo que deja al lector en estado de shock. La pregunta: “¿Cuándo y cómo fue que me perdí de eso?” surge y hace que nos devolvamos unas cuantas páginas para asegurarnos de que lo que acabamos de leer es cierto. Y de ahí nos enteramos de que la mayoría del alumnado y cuerpo docente es vampiro. La directora, Balthazar —el casi mejor amigo de Bianca—, sus padres, su compañera de cuarto, excepto unos cuantos alumnos humanos como su mejor amiga y el mismismo Lucas.
Ahí uno empieza a atar cabos, fijarse en los detalles, y percatarse de que todo estaba frente a nuestros ojos pero lo pasamos por alto, es eso lo que hace el libro interesante. Claudia desarma la idea que tenías y la transforma de mil maneras, hasta que el libro de otro vuelco que te deja aún más shockeado de lo que estabas: Lucas es miembro de la Cruz Negra, un grupo especializado en la caza de vampiros, que se infiltró a Medianoche. ¿Cómo será posible una relación amorosa entre Bianca y Lucas? ¿Cómo terminará? Es necesario leerlo y sacar las propias conclusiones.
Un aspecto negativo del libro es la portada de la versión española, ya que deja mucho que desear. Es demasiado similar al estilo que tiene Crepúsculo —colores negro y rojo, fuente similar, imagen parecida—, algo que lleva a las personas a pensar que es un plagio de la saga de Stephenie Meyer, lo que te hace casi odiarlo a primera vista, y para rematar es una historia que también tiene que ver con vampiros. Al menos esa fue mi experiencia; fui bastante dura con Medianoche solo por la portada, algo que influyó mucho en mi pensamiento al comienzo del libro, porque no dejaba de compararlo con el título antes mencionado, pero el vuelco que da la historia hace que todos los prejuicios que pudiste tener antes de empezar a leerlo desaparezcan y Medianoche comience a tener una imagen propia sin la sombra de Crepúsculo, Bella y Edward.
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Agradecemos todas las visitas y la gran acogida que hemos tenido en tan poco tiempo, seguiremos creciendo para conocer e informar sobre la literatura que nos interesa.
Aún no se lanza el libro TRAICIÓN de Scott Westerfeld, pero tenemos para ustedes dos ejemplares como primicia.
El concurso es simple:
Se premiarán los dos mejores comentarios en el blog, pueden ser de cualquier título que aparezca en la página. Cada ganador se llevará uno de los dos primeros ejemplares en Chile!
Suerte y preparen su pluma para lograr leer antes que nadie TRAICIÓN de Scott Westerfeld.
¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar para alcanzar tus sueños? La novela que está arrasando en Estados Unidos con más de un millón de ejemplares vendidos.
"Nunca me cansaré de recomendarla" Stephanie Meyer
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Drácula, el no muerto, es la vuelta del legendario vampiro que eternizó Bram Stoker. Por supuesto que conocemos múltiples libros y películas inspiradas en él, pero esta es la secuela oficial, la autorizada por la familia del autor.
De hecho, está escrita por Dacre Stoker, sobrino biznieto del autor original, quien se ha unido con Ian Holt, historiador y miembro de la Sociedad transilvana de Drácula, además de ser todo un experto en el sanguinario y célebre personaje. Debido a su interés en la figura llegó a conocer a Dacre y, a través de sus charlas, llegaron a la conclusión de que debían hacer la continuación que Drácula se merecía.
Para centrarnos en este nuevo ‘Drácula, el no muerto‘ la acción se sitúa veinticinco años después de donde acabó la novela original, así todos los personajes que sobrevivieron irán apareciendo. Holmwood sigue sin haber superado la muerte de su gran amor Lucy, Jonathan es alcohólico y Mina sabe que el matrimonio hace aguas, y Van Helsing es, incluso, sospechoso de ser Jack el destripador. Pero ninguno de ellos es el protagonista de esta nueva novela.
Es el hijo de Jonathan y Mina, Quincey Harker, sobre el que recae el peso de la historia. Estudia derecho en la Sorbona por imposición, pero su pasión es el teatro. En París se encontrará con el actor rumano Basarab, el más famoso y misterioso del momento del que se hará profundo amigo. Cuando se entera de que está en plena producción una obra titulada ‘Drácula’, de un tal Bram Stoker en el West End londinense, no dudará en intentar que su amigo Basarab sea el intérprete protagonista.
Y es entonces cuando advierte que dicha obra está basada en la vida de sus padres y sus amigos. Al pedir explicaciones, se encontrará con que todo aquél que tuvo algo que ver con la persecución y muerte del vampiro, está en serio peligro, incluyéndolo a él.
Poquito más se puede y se debe contar de esta historia, salvo alguna que otra curiosidad a tener en cuenta. Por ejemplo, el nombre de la novela, ‘Drácula, el no muerto’ es el título original que tenía preparado Bram Stoker, pero un editor le hizo cambiar el nombre en el último momento.
Asimismo, es conveniente citar que
Dacre se ha basado en algunas notas escritas a mano por su antecesor. En sus declaraciones desde luego no se le nota ninguna presión por intentar revivir semejante mito:
Nuestra intención es devolverles a Drácula y a Bram Stoker su dignidad y, aún más importante, darle a los seguidores de la novela lo que han venido esperando desde hace cien años… El regreso del verdadero Drácula.
Sería la primera vez, desde el Drácula de 1931 protagonizado por Bela Lugosi, que la familia Stoker da el visto bueno. Así que esperemos a que salga a ver que nos depara el regreso del príncipe de las tinieblas
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En una posada en tierra de nadie, un hombre se dispone a relatar, por primera vez, la auténtica historia de su vida. Una historia que únicamente él conoce y que ha quedado diluida tras los rumores, las conjeturas y los cuentos de taberna que lo han convertido en un personaje legendario a quien todos daban ya por muerto:
"Kvothe" músico, mendigo, ladrón, estudiante, mago, héroe y asesino.
Ahora va a revelar la verdad sobre sí mismo.
Y para ello debe empezar por el principio: su infancia en una troupe de artistas itinerantes, los años como ladronzuelo en las calles de una gran ciudad y su llegada a una universidad donde esperaba encontrar todas las respuestas que había estado buscando.
Atípica, profunda y sincera, El nombre del viento es una novela de aventuras, de historias dentro de otras historias, de misterio, de amistad, de amor, de magia y de superación, escrita con la mano de un poeta y que ha deslumbrado "por su originalidad y la maestría con que está narrada" a todos los que la han leído.
Con El nombre del viento, su primera novela, Rothfuss se ha convertido en el autor revelación de la literatura fantástica. Los críticos, los libreros y los lectores anglosajones, empezando por los aficionados a la fantasía épica y seguidos —algo muy importante y una de las razones de su éxito— por los completamente ajenos a este género, le han dedicado los mayores elogios. Amazon, la mayor librería online del mundo, escogió El nombre del viento como una de las «diez joyas ocultas» del año 2007 y fue uno de sus libros recomendados. Ganó el premio Quill al mejor libro de literatura fantástica. Recientemente apareció la edición de bolsillo y entró en los primeros puestos de la lista de best sellers de The New York Times.
Y estamos hablando de un autor desconocido. Como le preguntó un lector,
¿dónde se había escondido hasta ahora, señor Rothfuss? Rothfuss estaba escondido en Wisconsin donde, según él, tuvo la buena suerte de nacer hace casi treinta y seis años, cuando aún no existía la televisión por cable y los inviernos, largos y crudos, invitaban a quedarse en casa y leer. Como él mismo explica en su web,
www.patrickrothfuss.com, su madre le leía de pequeño y su padre le enseñó a construir cosas con paciencia. Si hay que buscar un origen a su amor por la lectura, por la escritura y por «armar historias», aquí lo tienen.
Enseña lengua y literatura inglesa en la Universidad Estatal de Wisconsin en Steven Points. Un centro que conoce a la perfección, ya que durante nueve años había transitado por sus aulas como el vivo ejemplo del «eterno estudiante», siempre apasionado por cualquier tema pero incapaz de escoger una carrera. Compaginaba sus estudios con tres empleos y la escritura. Escribía poesía para una revista local, una columna satírica en un periódico y guiones para la radio.
Pero sobre todo trabajaba en su proyecto, una novela monumental que, como él dice, narraba la historia más sencilla del mundo: el relato de la vida de un hombre. Un hombre llamado Kvothe.
Tardó siete años en concluir la primera versión, obsesionado no sólo por contar una historia, sino también por cómo contarla. Fue entonces cuando recibió la que aún hoy considera la respuesta favorita de un lector: «Le había dado a un amigo un borrador de la primera parte para que lo leyera. Regresé a casa hacia las dos y media de la mañana y me lo encontré sentado en el porche, esperándome bajo la lluvia. Quería que le pasara el resto». Durante los siete años siguientes la revisó y corrigió, se la rechazaron, siguió revisándola y corrigiéndola, encontró un agente, la revisó de nuevo, buscó un editor y… volvió a revisarla.
Catorce años después de haberla comenzado, llegó a librerías
El nombre del viento. Había nacido una nueva estrella.
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